El próximo 9 de mayo, las manchas solares que eventualmente sean visibles en el disco solar estarán acompañadas por una pequeña silueta planetaria, mucho más oscura: a lo largo de más de siete horas, los habitantes de la Tierra podremos observar el tránsito de Mercurio por delante del Sol. El evento en su totalidad será visible desde la mayor parte de Sudamérica, Europa occidental y el este de Norteamérica. Para el resto del continente americano, el tránsito comenzará antes de la salida del Sol. Los tránsitos de Mercurio y Venus son un fenómeno astronómico bastante infrecuente. En el caso de Mercurio, se produce un promedio de 13 tránsitos cada siglo. El último tránsito de Mercurio ocurrió en 2006. En comparación, los tránsitos de Venus ocurren en pares (los últimos fueron en 2004 y 2012), con intervalos de más de un siglo hasta el siguiente par.

La órbita de Mercurio se encuentra inclinada unos 7° con respecto a la de nuestro planeta, por lo que Mercurio intersecta el plano de la órbita terrestre, denominado eclíptica, en dos puntos o nodos, uno alrededor del 8 de mayo (nodo descendente) y el 10 de noviembre (nodo ascendente).
Los tránsitos ocurren cuando Mercurio está cruzando uno de esos nodos y además se encuentra en conjunción inferior, es decir, cuando las posiciones del Sol, Mercurio y la Tierra describen una línea recta en el espacio, con los tres cuerpos en ese orden.
Otro factor con importantes consecuencias en las características de los tránsitos de Mercurio es su elevada excentricidad orbital, que hace que la distancia entre el planeta y el Sol varíe de 46 a 70 millones de kilómetros. Durante su perihelio, la velocidad orbital de Mercurio (59 kilómetros por segundo) es casi un 50% más rápida que en su afelio (38,9 kilómetros por segundo).
Esto hace que la probabilidad de que se produzca un tránsito durante noviembre sea casi dos veces mayor que durante mayo, cuando Mercurio está cerca de su afelio. Al desplazarse más lentamente en su órbita, resulta menos probable que Mercurio cruce el nodo descendente durante una conjunción inferior.
La velocidad orbital variable, sumada a las diferentes trayectorias aparentes de Mercurio a través del disco solar, hacen que la duración de cada tránsito sea diferente, pudiendo extenderse hasta unas 9 horas.

Las etapas de un tránsito de Mercurio
Los principales eventos a observar durante un tránsito de Mercurio son denominados contactos. Se trata de cuatro momentos en los que las circunferencias de los discos de Mercurio y el Sol son tangentes entre sí, es decir, están en contacto en un solo punto. Estas etapas son análogas a los que pueden observarse en un eclipse anular de Sol:
- Primer contacto (I): Marca el inicio del tránsito, cuando el disco del planeta “toca” por primera vez el limbo solar. Resulta difícil determinar el momento exacto en que esto ocurre, pero pocos segundos después, el planeta puede ser percibido como una pequeña muesca en el limbo perfectamente circular del Sol.
- Segundo contacto (II): Es el momento en que el disco oscuro del planeta cruza por completo el limbo solar, y a partir de entonces resulta visible en su totalidad por delante del Sol. Durante las horas siguientes, la silueta del planeta atraviesa lentamente el brillante disco solar.
- Tránsito máximo: El instante en que los centros del Sol y de Mercurio están separados por la menor distancia angular.
- Tercer contacto (III): El planeta vuelve a “tocar” el lado opuesto del limbo solar luego de haber atravesado su disco.
- Cuarto contacto (IV): El disco del planeta finalmente “sale” del disco solar por completo, dando por finalizado el tránsito y volviéndose nuevamente invisible.
Observando el tránsito de Mercurio
El siguiente gráfico muestra los tiempos de cada uno de los cuatro contactos y el momento del tránsito máximo. El horario está expresado en el tiempo de Cancún, Quintana Roo – México
Contacto I | 06:12:19 | ||
Contacto II | 06:15:31 | ||
Tránsito Máximo | 09:57:26 | ||
Contacto III | 13:39:14 | ||
Contacto IV | 13:42:26 |
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