La misión “New Horizons” de la NASA ha revolucionado literalmente nuestra comprensión sobre Plutón y sus lunas, y ha arrojado luz sobre la potencial variedad de objetos que podríamos descubrir en el extremo del sistema solar.

Han pasado dos años desde el sobrevuelo de Plutón y el próximo objetivo aún se encuentra a 15 meses de distancia, por lo que este parece el momento ideal para evaluar el impacto que ha tenido la misión sobre la ciencia planetaria. En un reciente artículo publicado en la revista “Nature Astronomy”, la doctora Catherine Olkin y algunos de sus colegas tratan sobre lo que conocemos sobre Plutón, su luna Caronte y los muchos misterios que todavía rodean al sistema.

“Es un buen momento para hacer una revisión ya que hace menos de un año que conseguimos toda esta información de la misión y han surgido muchas cuestiones muy interesantes que requieren tiempo para profundizar sobre ellas y lograr su total comprensión”, declaró la doctora Olkin, del Southwest Research Institute.

La publicación explica lo poco que sabíamos sobre el que fuese planeta anteriormente a julio del 2015. Los científicos sabían que Plutón era más rojo que Caronte y unas dos veces mayor, pero existían enormes incógnitas en cuanto al tamaño y la composición de las superficies de ambos cuerpos celestes. Algunas de las mejores imágenes fueron obtenidas por el Hubble en 1994 y, a pesar de que produjeron información interesante, no fueron tan atractivas como las que resultaron de la New Horizons. El Hubble también es responsable del descubrimiento de sus cuatro satélites más pequeños, Nix e Hydra en 2005, Kerberos en 2011 y Styx en 2012.

Meses antes de que la New Horizons llegase a su objetivo principal, comenzó a observar una superficie más compleja de lo que había sido predicho o esperado, y mientras los meses se convertían en días, los científicos constataron que tanto Plutón como Caronte eran bastante complejos. El sobrevuelo, más tarde, mostró que Plutón no era sólo complejo, sino también activo.

La característica más intrigante de Plutón, tanto en la imaginación del público como para los científicos planetarios que trabajan en su estudio, es su corazón, llamado oficialmente Tombaugh Regio, y especialmente el hemisferio derecho, conocido como Sputnik Planitia. Se sospecha que la región se formó en una antigua cuenca de impacto y que la interacción con Caronte podría ayudar a mantenerlo activo (el corazón se encuentra en la cara que nunca mira hacia la luna). Algunos astrónomos han sugerido que incluso podría haber un océano bajo el hielo.

“Uno de los puntos más destacados de la misión es el descubrimiento de una gran cuenca en Plutón llena de exóticos hielos. Y ver el patrón celular a través de los hielos en la Sputnik Planitia y comprender que son consistentes con células de convección. Existen procesos activos en un mundo tan lejos del Sol”, añadía la doctora Olkin.

Pero para los investigadores no se trata tan solo de Plutón. Su gran luna, Caronte, es igualmente emocionante. Los dos objetos se encuentran acoplados gravitacionalmente y ambos muestran la misma cara el uno al otro. También es interesante que Caronte no orbita a Plutón, sino que ambos cuerpos orbitan alrededor de un centro de masa común, externo al planeta enano. Como una danza cósmica entre los dos objetos. Y esa no es la única interacción entre los dos. También comparten materiales, lo que provoca la mancha roja de la luna. “Algo increíble fue el poder observar el polo rojo de Caronte. Normalmente, cuando pensamos en los polos de los planetas como la Tierra o Marte, pensamos en brillantes polos helados pero Caronte tenía este polo que era claramente distinto a lo que habíamos visto anteriormente”, explicaba la doctora Olkin, que también es la científica adjunta del proyecto para la New Horizons.

“Ahora comprendemos que este material rojizo probablemente se acumule a partir de moléculas de metano que escapan de Plutón y rebotarían alrededor de Caronte hasta que se adhieren a los polos y se enfrían atrapadas durante el largo invierno, y se transforman mediante radiólisis en estas largas cadenas de hidrocarbonos, estas tolinas”.

Hay estudios para nuevas misiones a Plutón, aunque nada ha sido aprobado aún, pero pronto deberíamos poder monitorear qué sucede en el planeta enano con mayor regularidad. El telescopio espacial James Webb será lanzado el próximo año y debería tener la suficiente sensibilidad para poder estudiar el hielo de la superficie de Plutón.

“Si el dinero no fuese un problema, me encantaría volver y enviar un rover. Sería increíble explorar la superficie de Plutón y tomar muestras de las diferentes regiones”, concluía la doctora Olkin.

La misión New Horizons se encuentra en la actualidad en ruta hacia el encuentro con otro objeto, MU69. El sobrevuelo está programado para el 1 de enero de 2019.

*Según un artículo de Alfredo Carpineti para IFLSCIENCE.